Taller de Floristica "La Carrera"

Anecdotario de María Galera, experta florista

Si las flores hablaran…

Miércoles, 24/11/10 13:14

Noelia Muñoz

¿A qué huele Boris Becker, una ‘pillanovios’ o el amor de un hombre? No el aroma del tenista alemán; ni el de una mujer comprometida. Tampoco el de la pasión de su enamorado. Se trata de tres tipos de flores que por su original forma y color son conocidas popularmente con estos apelativos. La fragancia que desprenden junto a la de más variedades suponen para María Galera, técnico superior florista, el mayor regalo. “No se les puede atribuir ninguna característica negativa. Te dan todo: alegría, belleza…y su perfume”, asiente.

Embelesada, y como quien habla de un ser querido, cuenta cómo las plantas se convirtieron en su día a día. Quizás el destino quiso que sus manos fueran las que se ocuparan de confeccionar originales y estudiados centros, o tal vez, su espíritu creativo el que le llevó a parar al mundo de la jardinería; incluso, quién sabe, si en una vida anterior no fue un soldado samurai que practicaba el arte de la ‘ikebana’ (arreglo floral japonés) para protegerse en las batallas. Sea como fuere, lleva más de 25 años dedicándose a la decoración de eventos, preparando adornos y ramos de novia, además de todo tipo de complementos. “Las flores están para todo. Actos oficiales, celebraciones, ocasiones especiales…para recordar ‘aquí estoy yo’ o para decir lo que no nos atrevemos con palabras”, asevera la florista.
Según recuerda, uno de los encargos en el que invirtió una mayor dosis de corazón tuvo lugar hace sólo unos meses. La Asociación de Víctimas del Terrorismo reclamó sus servicios para la 1ª Marcha de Montaña al pico del Veleta de Sierra Nevada en memoria de Conrada Muñoz, quien en 1989 murió a causa de un paquete bomba dirigido a su hijo, funcionario de prisiones. Ocurrió en Montillana, donde vivía la familia.
Y es que, María, en su taller florístico ‘La Carrera’, situado en la Carrera del Genil, se ha visto inmersa en cientos de historias “que darían para escribir un libro”. Algunas-muy pocas- amargas, el resto: divertidas. “De bodas tengo una gran variedad” comenta entre risas. “Una vez entró una chica muy elegante vestida y nerviosa me comentó que le había prometido a su amiga regalarle el ramo de novia pero ¡se le había olvidado! Lo peor es que la boda iba a comenzar de un momento a otro”. Ser rápida ante las circunstancias y tener ‘psicología’ con los clientes, son dos herramientas con las que un profesional ha de trabajar siempre y eso se lo ha demostrado la experiencia. También, que la mayor satisfacción reside en que les guste lo que haga.
“María, tengo una comida familiar y necesito algo para decorar, confío en lo que tú me digas”. Es la petición de una clienta habitual de la tienda. Una joven, que meses antes de casarse le encargó un ramillete un tanto peculiar. No quería algo habitual, sí sorprender. Entre las dos, acabaron acordando que dicho ramo se dividiría en tres partes, una para cada amiga de la novia, quienes lo recibirían en el momento en que la joven debiera lanzarlo a los invitados. Una propuesta curiosa que forma parte del anecdotario de la vendedora.
También podrían formar parte de ese cuaderno de bitácora los quinceañeros que compran rosas y se las guardan en el abrigo nada más salir de la tienda, las amigas que hacen de enviarse flores una tradición, las íntimas notas que se dictan por teléfono. “El naranja es el mejor color del mundo” de un niño, y algunos tópicos más, pero que son, al fin y al cabo, trozos de vida, de realidad.
Con todo, tener una floristería en pleno centro de Granada significa tropezarse con las ideas, despistes e ilusiones de los demás. “Cada planta que se compra esconde una intención”, asevera la especialista en decoración floral. Y llegar a trasmitir sensaciones es el objetivo que se marca todo experto, aunque para alcanzar dicho propósito es necesario estudiar la combinación de texturas y colores, además de la composición.